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Una de las preguntas que mas recibo es, ¿Y todo eso lo haces tu? La respuesta es si, todo empezó como un proceso de conectar energéticamente con mi comida, si a tomaste el reto de 21 días de comida saludable en tu oficina, entenderás a que me refiero. Yo también pensé que no me daría tiempo que me tenia que levantar antes a prepararlo, así que obedeciendo a mis estudios, hice lo más difícil de todo, empecé!
Me pasaron muchas cosas que quizá si estás en este camino te sucederán a ti también, descubrí mi receta favorita de licuado verde y como decidí mantenerlo simple para no hacerlo mas difícil, durante mucho tiempo fue: espinacas, agua de coco, almendras y una fruta.
Para prepararme la comida de manera eficiente la planeaba un día antes, ni si quiera es que hiciera mis compras en base a lo que iba a comer, porque no me daba tiempo de planearlo, pero si de tomarme unos minutos antes de dormir para definir que llevaría y lo apuntaba en mi agenda. Empecé trayendo mucha comida, tenia mucha ansiedad de salir a comprar cosas a la calle, el habito de comerme diario un paquete de galletas príncipe fue duro de romper, así que hice un trato conmigo misma: “Si te acabas todo lo que hay en tu lonchera y el agua, entonces sales y te compras lo que quieras” así que cuando tenia el impulso de salir a comprar, simplemente me asomaba a la lonchera, me comía algo de lo que había ahí y te confieso eso de salir a la compra sucedió muy poco, y en ocasiones ya que salía y me encontraba enfrente de las galletas, mi mente y mi cuerpo me decían, “estas trabajando tanto en tu cuerpo, para meterle un paquete de galletas????? Y acababa comprando 100 g de almendras felizmente.
Pero bueno para no desviarme del tema, definí una cantidad de 2 tupers de fruta, 2 de verdura, 1 de proteína y un extra, además de mi licuado y mi té. Esto cubría desde mi desayuno, hasta ya avanzada la tarde cuando llego a mi casa a cenar, y siempre es algo ligero. La cantidad y proporción ha ido cambiando bastante, sobre todo por que al principio mi cuerpo demandaba mucha azúcar y la fruta era la mejor manera de compensarlo, la costumbre de comer proteína animal todos los días también ha ido disminuyendo y ni siquiera ha sido intencionada.
Escribir me ayudaba no solo a optimizar mi tiempo, sino que como estaba experimentando recetas nuevas, algunas me quedaban muy bien y las quería repetir, algunas no quedaban nada bien y bueno, pues era un aprendizaje, todo esto lo apuntaba y así dure fácilmente un año.
El día que compré mis frascos y mis cubiertos me di cuenta de que se veía tan lindo que me inspiraba a comer y empecé a compartir mis menús en Instagram, cosa que resulto un circulo virtuoso ya que ahora hasta le pongo mas ganas para que se vea bonito y lo disfruto muchísimo.
Eventualmente el proceso de ver que me preparaba se volvió mas rápido, fácil y automáticamente creativo, ahora me tardo mucho menos, como en menor cantidad, amo las recetas simples y conozco mas a mi cuerpo y a mi estado físico durante el día, tengo mayor sensibilidad a lo que me va bien y lo que no.
Mi dieta no es perfecta, ni es drásticamente saludable, tengo mas en que trabajar pero la disfruto mucho y me gusta compartirla, en lo personal me cambio la vida, literal, y me atrevo a decir que inspira a otros a comer sano, eso es parte de mi disfrute en seguirlo haciendo.
Todos mis menús están en las historias de Instagram de Madre Tierra, si te gustan coméntalos.
También puedes hacer el reto de Alimentación saludable en tu oficina accediendo aquí.