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Aprende a cultivar cada día tu calma interior practicando la postura savasana. En poco tiempo, florecerá en ti una saludable alegría de vivir.
La calma, la serenidad, es una práctica que está en la base de la salud. La tranquilidad no es solo un estado psicosomático, sino también un entrenamiento.
El deseo de parar y descansar a menudo se acompaña de culpabilidad. Sin embargo, obedece a una necesidad orgánica y es tan natural como beber agua y respirar. No darse permiso para hacerlo es casi como decir: no tengo tiempo para buscar las llaves del coche, así que caminaré los 500 km. La calma psicosomática es la llave del motor: la del corazón.
Casi todos los valores que apreciamos en los demás son fruto de la calma
Cuesta ser amable y paciente cuando se está acelerado o nervioso. Casi todos los valores que apreciamos en los demás, cuando los reconocemos, son fruto de la calma. Nos permite conectar con nuestra parte más amorosa y compasiva.
Entre las posturas de yoga una de las más eficaces para entrenar la calma es savasana o postura del cuerpo muerto. La serenidad es la base de cualquier camino espiritual o personal.
Nuestra salud y alegría dependen de esta práctica tan agradable.
Empieza agradeciéndote el haberte tomado tiempo para descansar y encontrar tu llave.
Coloca un cojín bajo las rodillas, otro bajo el cráneo y separa los brazos. O deja las manos apoyadas en el vientre.
O cúbrelos con un pañuelo. Así le dices al organismo que no hay peligro y activas el sistema parasimpático. Relaja la mandíbula.
Concéntrate en el ritmo, el volumen y la temperatura de la respiración en la punta de la nariz.
Al principio es natural dormirse pero con la práctica te será más fácil descansar sin hacerlo.
Siente la apertura y la serenidad que estás cultivando y disfrútalas.
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