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Sat Nam, 

Soy Maru

Empecé 2019 con una serie de propósitos, uno de ellos estaba vinculado a encontrar un lugar donde impartieran yoga, meditación o cualquier disciplina que me ayudara a nutrir mi espíritu.

Me aboqué a buscar el lugar idóneo; navegué por la red hasta que di con Madre Tierra. Lo primero que me llamó la atención fue el nombre, revisé el sitio web, y capturó mi interés la invitación a inscribirse a un Reto de Kundalini Yoga. Sin tener la más mínima idea de lo que era ese tipo de yoga me subí al auto y me dirigí a conoce el centro.

Me cautivó el lugar, por supuesto de inmediato me inscribí y a partir de ese reto encontré a un grupo de mujeres extraordinarias empezando con Gaby (Param), nuestra guía, quien entrega su corazón cada mañana para conducirnos en este camino que permite vencer resistencias, miedos y egos. Ya somos una tribu formada por Jakky, Esther, Tere, Rita, Martha, Alicia, Claudia, Maricela, Mirta, Yadira, Nallely y Natalia; tribu a la que le dimos el nombre de Keyla, que significa “bella… lo mas cercano a Dios”.

Me pregunto: que me ha dado Kundalini yoga durante la hora y media que estoy en ese encuentro conmigo misma y si lo que ahí vivo y experimento lo llevo a mi vida cotidiana. La respuesta no se deja esperar, he notado muchos cambios pero los más significativos están ligados con la apertura de mi corazón, el desvanecimiento de mis miedos y el reconocimiento de mi fortaleza para enfrentar resistencias que me impedían seguir avanzando. Ejemplo de ello, a mis nietos los gozo sin miedo a que les pase algo mientras están a mi cuidado en lugares públicos; lo que antes me desesperaba de mi esposo hoy me río, lo abrazo con amor y le digo: quien lo quiere a él, dígame quien lo quiere.

Las palabras de Gaby con las que nos motiva mientras hacemos kriyas, se han instalado en mi inconsciente y surgen cuando me enfrento a mis resistencias. El otro día, estando en el club subida en la caminadora decidí correr tres minutos y descansar uno. Hago la aclaración que siempre me he dicho que yo no corro porque me canso. Esta vez empecé a correr y al llegar a los tres minutos la voz de Gaby se hizo presente: ¡tú puedes!, ¡saca lo mejor de ti!, ¡atraviesa tu cansancio!, ¡concéntrate en la respiración!, ¡encuentra tu ritmo!, ¡no te rindas!, ¡tu puedes!. Esa maravillosa voz interior me acompañó durante los 20 minutos que está programada la máquina, terminé sin cansancio y con una profunda satisfacción por haberme permitido cruzar el límite que yo misma me había impuesto. Me honro y me digo: Gracias Maru.

Sat Nam,

María Eugenia Garmendia

Abril 23, 2019.

 

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