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La hermandad, es fuente de salud para las mujeres.

En épocas antiguas, las mujeres solíamos estar juntas, en tribu, recolectábamos alimentos, cocinábamos y criábamos a los niños todas juntas. La vida de los niños y las mujeres estaban más unidas e interconectadas, y éramos la fuente de fortaleza y el consuelo de uno sobre el otro en la vida diaria. Tradiciones como la tienda roja, donde se reunían durante la menstruación para estar juntas, mientras los ciclos menstruales se sincronizaban, son cosas del pasado, ese cambio entre mujeres nos hacía mas resistentes y más felices.

Hoy en día, por la velocidad del día a día, hemos perdido esta conexión, ahora las oportunidades para re-encontrarnos son mucho más limitadas reduciéndose a situaciones puntuales, perdiendo así nuestra hermandad, ya no intercambiamos experiencias y poco a poco vamos perdiendo la fuerza de la tribu.

La creación de un ciclo de alimentación: Las mujeres somos pilares de la familia, el centro de todo, la atención de los niños y de la comunidad en general. Estar acompañadas con otras mujeres te ayuda ser una mejor madre, son tu apoyo moral en momentos difíciles, son ese apoyo físico, emocional y mental y te estimulan creando un ambiente hermoso y armonioso para la crianza de los niños. Y es que somos cuidadoras por naturaleza y desarrollamos la empatía con otra mujer cuando esta plantea un problema. En definitiva sabemos como nutrirnos unas a las otras reconfortándonos de esa unión entre mujeres.

Hermandad:

La amistad entre mujeres es diferente que la amistad entre los hombres. Hablamos de cosas diferentes. Nos conocemos más profundamente sin superficialidad. Pasamos por debajo el tiempo y la distancia, incluso si no nos hemos visto durante años. Hay hormonas que se liberan de las mujeres a otras mujeres que son saludables y acaban con las hormonas del estrés. Sé amiga de las mujeres, ellas mantienen el almidón en mi columna vertebral y sin ellas, no sé dónde estaría. Tenemos que pasar el rato juntas y ayudarnos mutuamente “.

La hora del cacahuate

En la India, la “hora del cacahuete” sustituye a la sesión de psicoanálisis. Las mujeres terminan su trabajo alrededor de las tres, salen, con las charpois, aquellas camas para el exterior y comen cacahuetes. Hablan acerca de los problemas de cada una. Y sus problemas son tan privados que yo no puedo reproducirlos. Se ayudan la una a la otra y se aconsejan mutuamente. ¿Quien puede ser mejor consejero más que tu propio ser? “¿Cómo está tu marido? ¿Que tal anoche? Veo una marca morada en tu frente, ¿te pegó o te caíste?” Examinan, psicológica, razonable, invocatoria y provocativamente, toda la situación.

Las mujeres de los pueblos utilizaban el chisme como una red de espionaje y como una forma de asesoramiento personal. La información confidencial les ayudaba a administrar el pueblo, a actuar con inteligencia antes las payasadas de los hombres, a crear cohesión y a ayudarse unas a otras. Lo llamaba “la hora del cacahuete”.

La función positiva del chisme femenino – cuando se hacía con conciencia y discreción – era, primero proporcionar un sistema de alerta y protección y, segundo, propiciar ocasiones para resolver conflictos internos antes de que se convirtieran en crisis. Esto era una forma de mantener una situación contenida y satisfactoria.

Date cuenta de los conflictos, identifícalos y resuélvelos antes de que se conviertan en conflictos más duraderos y peligrosos, sobre todo entre personas. Hay un bello shabad, el cual capta un sentimiento positivo y una verdad acerca de la talla creativa de una mujer. El shabad resuelve el conflicto interno de una mujer e, incluso resuelve los conflictos de los hombres con las mujeres. Se trata del shabad “Bhand Jamee-ai”

https://youtu.be/s_Y8TQ_Oe-c

Yogi Bhajan